“Tu visión solo se volverá clara cuando puedas mirar en tu corazón. El que mira hacia fuera sueño y el que mira hacia dentro despierta”
―
En los momentos de incertidumbre es normal sentir que perdemos el control.
Últimamente me viene mucho a la cabeza los inicios de mi carrera como artista independiente. Ya había expuesto en muchos sitios, había vivido mis primeras entrevistas, la escena de Barcelona me había abierto un hueco y solía colaborar en todos los proyectos y eventos, posibles aún así no tenia un duro y en mi mente la única manera posible de vivir del arte era a través de una galería.
Después de haber sido rechazada en diversas galerías y premios. Me quedó muy claro que no existía un espacio para mi obra tanto en el circuito institucional como en las galerías contemporáneas.
Esto redujo mis posibilidades en extremo y durante un tiempo me moví de un lado a otro sin saber por donde tirar, siguiendo un poco la marea e intentando imitar el camino de otros a ver si obtenía los mismos frutos.
No fue hasta que me encontré en un aprieto económico que comencé a escucharme a mi mismo y seguir mi propio camino dando el paso a comenzar a auto gestionarme y vender mi propia obra. Hasta ese momento me sentí avergonzada solo de pensar en la posibilidad de tener que publicitarme y gestionarme yo mismo, me habían vendido que no sería artista hasta que un galerista lo decidiese y por ahora nadie lo había hecho.
Mi primera exposición individual fue en un local que me cedieron a cambio de una obra, era un bajo en el Gótico en Barcelona, el dueño lo utilizó como almacén así que antes de la semana me pasó una semana vaciándolo y escondiendo todo. En esa época los eventos siempre tenían patrocinadores para amenizarlos con comida y bebida, yo no tenía patrocinadores de ningún tipo pero tuve la ayuda de varias de mis amigas que se ofrecieron voluntarias para preparar sangría y servir el vino más barato y horrible que encontramos.
Me había fijado que en las exposiciones colectivas en las que habían usado se enviaban notas a prensa para publicitar el evento, así que le pedí a mi hermana que escribiese un texto, lo enviamos a todas partes y varias revistas accedieron a publicarla.
La exposición fue un éxito pero no vendí nada porque en ningún momento se me ocurrió poner precios, la gente me pedia tarjetas de visita y recuerdo decir que se habían terminado pero la verdad es que nunca se me había ocurrido hacerlas.
Los recuerdos de toda esa fe en la nada mas absoluta y correr riesgos sin ningun proposito exacto son los que me recuerdan la raiz desde la que creamos. En ese momento solo quería una oportunidad para enseñar mi obra en un espacio y para ponerme comunicarme a través de ella, y la conseguí.
Las primeras fases de un cambio siempre se perciben como un abismo, lo mas interesante aflora cuando miramos con perspectiva. Años después estos momentos parecen algunos de los mejores de nuestras vidas. A veces por que el caos y la incomodidad de no tener control los hacen mas intensos, otras veces por que el factor transformativo de la experiencia y la sensacion de empezar de nuevo como en un lienzo en blanco son liberadoras.
Estos momentos son los que traen consigo las lecciones espirituales mas profundas.
Por supuesto esto no siempre sirve de consuelo pero parece ser una verdad, hay una lección inscrita ahí, y es que más nos vale apre. nder a desprendernos en momentos de caos ya confiar en el misterio de la vida.
Al personificarnos con el caos que nos rodea lo convertimos en “nuestro” drama, en “nuestro” dolor, y ni el drama, ni el dolor, ni la ansiedad son cosas que se pueden poseer, son emociones, situaciones o condiciones que nos pasan pero ni son nuestras ni nos definitivamente.
Si miramos de cerca los significados técnicos de nuestro drama nos sorprenderemos. Por ejemplo, la palabra emoción viene del latín emotio que a su vez deriva del verbo emovere, movere significa mover o trasladar y el prefijo e- significa retirar, cambiar de lugar, las emociones nos sacan del lugar en el que estamos y nos trasladan a otro, es decir, están en movimiento, pasan a través de nosotras pero no nos definen ni a nosotras ni a nuestro carácter, solo lo condicionan hasta que otro factor condicionante vuelva a mutarnos.
¿Ahora dime si esto no es liberador? En lugar de visionar todo como propio, de intentar poseer nuestra emoción, en lugar de eso, ver, entender, escuchar y luego dejar ir a la espera de la siguiente cosa que sentimos.
Tenemos la costumbre de vernos con poder y autoridad sobre nuestros sentidos y emociones pero somos mas bien molinos de viento afectados por las condiciones que les rodean. Todo impacta en nosotras en mayor o menor medida incluso (sobretodo) cuando intentamos esforzarnos en que no sea así.
Lo que la naturaleza nos pide es resiliencia y fe en el misterio que nos rodea, poner conciencia sobre lo extraordinario que es nuestra existencia, permitirnos ver mas alla de los velos educativos y las exigencias del sistema hasta conectar con lo mas basico de nuestro ser.
Decir adiós a todo lo conocido y dar la bienvenida a lo que nos falta por conocer, sin miedo, sin apego y sin expectativa dispuestas a evolucionar con cada paso.
*** Inglés ***
“Tus visiones se aclararán solo cuando puedas mirar dentro de tu propio corazón. Quien mira afuera, sueña; quien mira adentro, despierta.”
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En momentos de incertidumbre es normal sentir que perdemos el control.
Últimamente, he estado pensando en los inicios de mi carrera como artista independiente. Por aquellos días ya había expuesto en algunos lugares, y había experimentado mis primeras entrevistas, la escena de Barcelona me había abierto la puerta y colaboraba en todos los proyectos y eventos que podía, pero aún haciendo todas esas cosas no tenía dinero y, en mi opinión, la única forma posible de mantenerme a través de la creación de arte era unirme a una galería.
Después de ser rechazado por varios premios y galerías. Me quedó muy claro que no había espacio para mi trabajo tanto en el circuito institucional como en las galerías contemporáneas.
Esto redujo mis posibilidades al extremo y durante un tiempo me moví de un lugar a otro sin saber qué camino tomar, siguiendo la corriente y tratando de imitar el camino de los demás para ver si podía obtener los mismos resultados.
No fue hasta que me encontré en un aprieto financiero que comencé a escucharme y seguir mi propio camino, dando el paso para comenzar a administrarme y vender mi propio trabajo.
Hasta ese momento me daba vergüenza solo pensar en la posibilidad de tener que publicitarme y gestionarme. Me enseñaron que no sería artista hasta que un galerista lo decidió y hasta ahora nadie lo había hecho.
Mi primera exposición individual fue en un lugar que alguien me ofreció a cambio de una obra de arte. Era una planta baja en el barrio Gótico de Barcelona, el dueño la usaba como almacén así que antes de la exposición estuve una semana vaciándola y escondiendo todo. En aquella época los eventos y exposiciones siempre contaban con patrocinadores para ofrecer comidas y bebidas. No tuve patrocinadores de ningún tipo pero conté con la ayuda de varios de mis amigos que se ofrecieron para preparar sangría y servir el vino más barato y horrible que pudimos encontrar.
Había notado que en las exposiciones colectivas en las que había participado se enviaban notas de prensa para dar a conocer el evento, entonces le pedí a mi hermana que escribiera un texto, lo enviamos a todos lados y varias revistas accedieron a publicarlo.
La exposición fue un éxito pero no vendí nada porque nunca se me ocurrió poner precios, la gente me pedía tarjetas de visita y recuerdo decir que ya no estaban pero la verdad es que nunca se me había ocurrido hacerlas En primer lugar.
Los recuerdos de toda esa fe en nada y arriesgarse sin un propósito exacto son los que me recuerdan la raíz desde la que creamos. En ese momento solo quería una oportunidad de mostrar mi trabajo en un espacio y comunicarme a través de él, y lo conseguí.
Las primeras fases de un cambio siempre se perciben como un abismo, lo más interesante emerge cuando lo miramos con perspectiva. Años después, estos momentos parecen ser algunos de los mejores de nuestras vidas. Unas veces porque el caos y la incomodidad de no tener el control las hace más intensas, otras veces porque el factor transformador de la experiencia y la sensación de volver a empezar como sobre un lienzo en blanco es liberadora.
Estos momentos son los que traen consigo las lecciones espirituales más profundas.
Por supuesto, esto no siempre trae consuelo, pero parece ser cierto, hay una lección inscrita allí, y es que mejor aprendamos a desapegarnos en tiempos de caos y confiar en el misterio de la vida.
Al personificarnos con el caos que nos rodea, lo convertimos en “nuestro” drama, en “nuestro” dolor, y ni el drama, ni el dolor, ni la angustia son cosas que se pueden poseer, son emociones, situaciones o condiciones que suceden. para nosotros pero no son nuestros ni nos definen.
Si miramos de cerca los significados técnicos de nuestro drama, podemos sorprendernos. Por ejemplo, la palabra emoción proviene del latín emotio que a su vez deriva del verbo emovere, movere que significa mover o trasladar y el prefijo e- significa quitar, cambiar de lugar, las emociones nos sacan del lugar donde estábamos y nos trasladan. nosotros a otro, están en movimiento, nos atraviesan pero no nos definen ni a nosotros ni a nuestro carácter, sólo lo condicionan hasta que otra cosa vuelve a cambiarnos.
Ahora dime si esto no es liberador. En lugar de visualizar todo como propio y tratar de ser dueños de nuestra emoción, en lugar de eso, nos permitimos ver, comprender, escuchar y luego dejarlo ir, esperando lo siguiente que sentimos.
Tenemos la costumbre de vernos con poder y autoridad sobre nuestros sentidos y emociones pero somos más como molinos de viento afectados por las condiciones que nos rodean. Todo nos impacta en mayor o menor medida incluso (especialmente) cuando tratamos de hacer un esfuerzo para no serlo.
Lo que la naturaleza nos pide es resiliencia y fe en el misterio que nos rodea, tomar conciencia de lo extraordinaria que es nuestra existencia, permitirnos ver más allá de los velos educativos y las exigencias del sistema hasta conectar con lo más básico de nuestro siendo.
Decir adiós a todo lo conocido y dar la bienvenida a lo que necesitamos saber, sin miedo, sin apego y sin expectativa, dispuestos a evolucionar con cada paso.